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Pocos cambios desde el siglo XV
Hasta el siglo XIX, como comentábamos,
las artes gráficas no experimentaron cambios de consideración.
Curiosamente, los talleres
tipográficos justo anteriores a la industrialización se parecían mucho a
los talleres más primitivos. El núcleo del local lo componían las grandes prensas de roble, fijas al
suelo y al techo, que se accionaban a
brazo de obreros fuertes.
La composición
tipográfica también se hacía a mano
y se entintaba con unas bolas de cuero.
La impresión no abarcaba generalmente todo el pliego, lo que obligaba a imprimirlo por partes, ralentizando
la producción.
Seguía utilizándose el papel
verjurado, hecho a mano hoja por hoja, según la receta que se aprendió en la Edad Media.
Todo esto está a punto de cambiar con el empleo de nuevos
procedimientos técnicos que conseguirán aumentar la producción, abaratarla y
hacerla llegar a sectores más amplios de la sociedad.
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Cambios siglo XVIII
En el siglo XVIII se consiguen mejoras
técnicas en cuanto a la imprenta y la tipografía experimenta un gran
desarrollo. Los libros que se imprimen son mejores y más legibles que en el
nefasto siglo XVII. Las tintas mejoran su calidad, el papel tiene mejor acabado
y la distribución de la mancha en las páginas interiores es aceptable.
Es digno de reseñar un nuevo sistema para medir tipos que introdujo un
miembro de la familia de impresores Didot. El “punto Didot”, como se denominó, era una regla para establecer la
medida de los cuerpos tipográficos, que curiosamente han heredado los
procesadores de texto actuales.
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Cambios siglo XIX
La gran transformación de
la imprenta viene en el siglo XIX, cuando se pasa de los métodos artesanos a
los sistemas mecanizados. La mecanización se materializó, como indica Hipólito
Escolar en su Historia universal del
libro, en los siguientes aspectos:
o EL PAPEL
Empieza a utilizarse de forma
mayoritaria la pasta de madera para
la fabricación del papel, en vez de los deshechos textiles, que habían sido la
materia prima hasta el momento.
La pasta de madera se trataba con procedimientos mecánicos y químicos
para conseguir celulosa pura. Desde
entonces, la industria papelera ha seguido creciendo y hoy en día es una de las
más contaminantes.
Por otra parte, la invención del papel continuo supuso un gran avance
para la producción del libro, del que se benefició enormemente el sistema de
rotativas.
o LAS MÁQUINAS DE IMPRIMIR
El uso del papel continuo en las
rotativas fue posible primeramente por la introducción del hierro en la imprenta para sustituir a la madera, pero sobre todo
por la invención de la imprenta
automática movida a vapor, de la mano de Friedrich Koenig.
El creador de la rotativa unos años
después fue Marioni, que se centró en la construcción de máquinas de imprimir
para la prensa.
Todos estos avances para la cultura y la
economía tuvieron su lado oscuro en
los movimientos obreros, que veían
la amenaza cernirse sobre sus puestos de trabajo.
o LA COMPOSICIÓN
La rotativa necesitó también de otro
invento fundamental: la ESTEREOTIPIA.
Con el tiempo, los impresores se vieron
en la necesidad de encontrar un procedimiento para conservar la composición y no tener que hacerla de nuevo en caso de
querer volver a usarla en un momento determinado. Para ello se crearon moldes de cartón sobre los que se
derramaba una aleación, que una vez
solidificada permitía adaptarla al cilindro de la rotativa. Este
invento permitió repetir a gran velocidad tiradas de los libros más solicitados
y sacar a la calle hornadas de periódicos, ya que podía imprimirse el mismo
texto simultáneamente.
Máquinas
para componer: la composición
mecánica de los tipos en vez de la manual era otra exigencia de la imprenta
moderna, acuciante sobre todo para la prensa, que necesitaba poder componer e
imprimir noticias a gran velocidad. La LINOTIPIA
y la MONOTIPIA facilitaron la
composición rápida del texto tanto para máquinas planas como para rotativas.
Estos dos inventos, que fueron coetáneos, multiplicaron por cinco la velocidad
de composición sin afectar a la calidad de la impresión.
o LA ILUSTRACIÓN
Los adelantos técnicos permitieron
ofrecer al público libros muy ilustrados, que además incitaban a su compra y a
su lectura. A lo largo del siglo se usaron diversos procedimientos:
- Resurge el grabado en madera, abandonado desde la imprenta primitiva. La
xilografía permite intercalar imagen en el texto y además imprimirla a la vez
que éste. Se usaron maderas duras como el boj.
- El grabado
en acero fue muy utilizado en la primera mitad del siglo XIX porque
abarataba las tiradas. La técnica era la misma que la del grabado en cobre usado anteriormente, pero las planchas de acero
son más duras y se desgastan menos. Sin embargo, este tipo de grabado no
prosperó a lo largo del tiempo.
- La litografía
fue una de las grandes aportaciones del siglo al libro ilustrado. Consiste en
utilizar como plancha de impresión una piedra porosa, sobre la que se
dibujaba de forma invertida. Este método dependía de procesos químicos y se
trabajaba con tinta grasa y agua. No había diferenciación física entre la
plancha y lo que debía ser impreso: no existía relieve como en el grabado en
madera, ni hueco, como en el grabado en cobre. Este procedimiento despertó gran
interés en los artistas, ya que permitía matices más delicados. La cromolitografía se empezará a utilizar
poco después para colorear los dibujos.
- El fotograbado:
a finales del siglo XIX aparecerá el fotograbado, que se apoya en la técnica de
la fotografía.
Utiliza la acción química de la luz sobre la plancha
metálica, generalmente de cinc. Permitía la reproducción de textos, estampas y
fotografías. Muy utilizado en periódicos y revistas.
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reacción contra la técnica
Hemos dado un repaso a los avances tecnológicos de la imprenta en los
siglos XVIII y XIX. No obstante, hay que reseñar un movimiento que fue forjándose a lo largo del siglo XIX que refleja
el sentimiento contrario al mecanicismo
imperante por parte de algunos profesionales y artistas.
En Inglaterra, un reducido grupo de artistas, denominados
“prerrafaelistas” reaccionaron enérgicamente contra la técnica, a la que
achacaban la decadencia del arte tipográfico. Uno de sus representantes más
activos, William Morris, abogaba por
el retorno a los métodos artesanales y llegó incluso a montar un taller de
libros de excelente factura.
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Siglo XX
El siglo XX, por su parte, supuso el triunfo total de la
técnica. La informática aparece en este siglo, y ha
tenido sus aplicaciones también en la imprenta. A pesar de todo, la imprenta sigue
teniendo un cariz eminentemente técnico. Las imprentas modernas usan técnicas
como el off-set, el huecograbado y la fototipia.
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La imprenta industrial en España
En cuanto a la imprenta industrial en España, nuestro país asumió las
grandes novedades de la Revolución Industrial y la imprenta se mecanizó como en el resto de Europa.
La producción, sin embargo,
no era muy alta, porque a pesar del
aumento de lectores, la alfabetización
no era todavía generalizada.
En el siglo XVIII destacamos al impresor español Joaquín Ibarra, considerado por muchos el mejor de todos los
tiempos. Tuvo un gran sentido estético que le hizo preocuparse por el acabado
de sus obras. Utilizó técnicas innovadoras, como el dar al papel una especie de
satinado para evitar el relieve de la prensa en la hoja tras la impresión. Asimismo,
normalizó la longitud de la línea y consiguió que la ortografía española se
modernizara, abandonando los tipos con letras arcaicas.