jueves, 29 de junio de 2023

Las bibliotecas en Roma

 

El libro romano es una réplica del griego. El soporte más utilizado es nuevamente el papiro, sin embargo, también utilizaron las tablillas de madera enceradas, llamadas “Codex”, que irían desplazando al papiro. El codex tenía una disposición diferente de los textos, y se formaba mediante la unión de dos o más tablillas, atadas por uno de sus lados (de manera que se podían cerrar sobre sí mismas), la cara interna se untaba con una capa de cera para así poder escribir sobre ella con un punzón. El codex terminaría imponiéndose sobre todo gracias al cristianismo.

 

            En Roma hubo, además, se comenzó la comercialización del libro, que dará lugar a la aparición de librerías editoriales, talleres donde se fabricaban y vendían los libros, donde los esclavos copiaban los textos. Además, se organizaban lecturas públicas, a modo de campañas de publicidad para dar a conocer las novedades. Había gente especializada, además, en acudir a las audiciones públicas, retener los textos en la memoria para después escribirlo y venderlo. Ya entonces había problemas de propiedad intelectual por el plagio de obras. Los libreros eran a la vez editores y tenían su propio taller de copistas, conformados por esclavos que normalmente eran griegos letrados.

 

            Además, en Roma aparecieron las primeras bibliotecas públicas. En el año 39 Después de Cristo se fundaron en Roma varias bibliotecas, entre ellas la de Asinio Polión, ubicada en el Templo de la Libertad, que es considerada como la precursora de la biblioteca pública.

 

            Augusto creó dos grandes bibliotecas, una de ellas situada en el Pórtico de Octavio y la otra en el Palatino, junto al Templo de Apolo, ambas eran bibliotecas públicas.

 

            Otra biblioteca pública muy importante fue la Biblioteca Ulpia, creada por el Emperador Trajano, donde también se conservaban documentos públicos, por tanto, es probable que fuera, además, un archivo histórico. Al frente de las bibliotecas públicas estaba el Procurator Bibliotecarium a cuyas órdenes estaban los bibliotecarios que trabajaban en cada una de ellas. Estas bibliotecas públicas, se construían al lado de un templo y tenían una sección latina y otra griega y aunque fueron usadas y apreciadas por los ciudadanos, no alcanzaron la importancia de las bibliotecas privadas de los patricios y ricos romanos.

           

Las bibliotecas públicas de esta época se construían generalmente después de una batalla victoriosa, los emperadores construían la biblioteca, abierta al público, donde existía un sistema de préstamo con fianza económica. Las bibliotecas públicas desaparecen con la Roma de los Césares y no volverán a aparecer hasta avanzado el siglo XVIII.

 

 

 

miércoles, 21 de junio de 2023

Como familiarizarse con una biblioteca

Si su biblioteca ofrece sesiones de orientación organizadas para familiarizar a los estudiantes con sus recursos bibliotecológicos, asista sin falta a una de ellas y haga preguntas acerca de los procedimientos bibliotecológicos que no comprenda. Antes de comenzar un proyecto de investigación, sin embargo, debería saber las siguientes cosas:

 

  1. Donde están ubicadas las mesas de circulación y de referencia.
  2. Dónde se conservan las obras de referencia y los libros circulantes.
  3. Dónde se conservan las publicaciones periódicas y como están indizadas.
  4. Dónde encontrar el catálogo de tarjetas o el catálogo automatizado y cuándo utilizar cada uno.
  5. Si todo el material de su biblioteca está catalogado en línea.
  6. Si sólo los materiales recientemente adquiridos se encuentran catalogados en línea.
  7. Qué información está disponible en CD-ROM.
  8. Qué hay disponible a través de las terminales de ordenador y cómo utilizar estos materiales de fuentes en línea.
  9. Si su biblioteca ofrece acceso a Internet.
  10. Si su biblioteca almacena documentos gubernamentales.
  11. Cómo concertar una cita con un bibliotecario referencista para obtener asistencia en la planificación de una búsqueda.
  12. Cómo obtener ayuda para la utilización de documentos gubernamentales, CD-ROM u otros índices computarizados.

  

miércoles, 14 de junio de 2023

Condiciones para la elección de un tema en un trabajo escrito

El tema elegido debe ser atractivo y encajar con los intereses presentes y futuros del estudiante. Es muy importante que el tema lo escoja uno mismo.

 

Las fuentes de información deben ser accesibles. La facilidad o dificultad de consultar libros, revistas y documentos debe ser determinante.

 

El tema debe adecuarse a la propia preparación intelectual, es necesario ser consciente de las propias limitaciones.

 

Podemos señalar como elementos positivos:

 

1)     El conocimiento de la materia y de las materias afines.

2)     El conocimiento de las herramientas auxiliares.

3)     El conocimiento de lenguas vivas o muertas.

 

La temática debe tener unos límites claros y precisos. El tema se ha de centrar en unas coordenadas de espacio y tiempo, en un marco definido.

 

El tema ha de ser original. Debe ser tratado desde una nueva perspectiva. Cuando se realizan los primeros trabajos es conveniente que alguien nos dirija. Una persona que tenga conocimientos sobre un tema nos puede orientar sobre cómo plantear la investigación, puede sugerir bibliografía, etcétera.

 


miércoles, 7 de junio de 2023

Las bibliotecas en Grecia

El material utilizado en Grecia para escribir era también el papiro, aunque se utilizaban también las tablillas de madera enceradas para la enseñanza. En la época helenística aparece el pergamino como material de escritura. La leyenda atribuye la creación de este material a los bibliotecarios de Pérgamo, quienes, según la leyenda, tuvieron que buscar otros materiales de escritura después de que Egipto prohibiera la exportación del papiro, y comenzaron a escribir sobre pieles curtidas de animales. El pergamino reemplazaría al papiro, ya que ofrecía mayor durabilidad y facilidad para la escritura, además de que el material podía utilizarse por ambos lados.

 

            En Grecia se produjo una enorme difusión del libro y de la lectura debido principalmente a la aparición de la escritura alfabética (que facilitaba la técnica de escribir) y a la extensión de la enseñanza, que llegó a través de las escuelas y pedagogos, y también a través de los sofistas y de los centros de estudio e investigación, como era el caso de la Academia de Platón o el Liceo de Aristóteles. Estos eran centros en los que se discutía y se trataba sobre filosofía, ciencia, religión, etc., y, además, en ellos se acumulaban colecciones de libros de las que, desgraciadamente, no se conserva nada.

 

            Las bibliotecas dejan en esta época de ser patrimonio de los templos y ya encontramos bibliotecas en casas particulares, como es el caso de la biblioteca de Ulano, cerca de Pompeya, situada en la casa de un noble, que se ha conservado después de enterrarse en ceniza. Esta biblioteca, donde se han encontrado los textos que se conservan de Epicuro, estaba dividida en dos grandes zonas, una para libros griegos y otra para libros romanos. Aunque, sin duda, en Grecia debemos destacar dos bibliotecas, la de Alejandría y la de Pérgamo.

 

La biblioteca de Alejandría

 

            Alejandría se sitúa geográficamente dentro de Egipto, sin embargo, pertenece a la cultura helenística. Ptolomeo II fundó en el siglo III Antes de Cristo una institución al estilo griego a la que llamó Museion (Templo de las Musas), que estaba dedicado a la enseñanza y a la investigación. Allí los hombres sabios se reunían, leían, etc. La lectura se hacía en público, en voz alta, por eso era tan importante el espacio abierto, las escalinatas.

 

 

            No se conoce con exactitud el número de manuscritos que pudo recoger, pero pudo llegar a tener unos 700.000 manuscritos. La biblioteca recogió literaturas de varias civilizaciones de la Antigüedad, así como sus traducciones. La Biblioteca de Alejandría se dedicaba a trabajar con toda esta información, el énfasis, por tanto, estaba puesto en la difusión y no tanto en la conservación de documentos.

 

            Al principio la Biblioteca de Alejandría estaba cerca del Museion, dentro de los recintos del palacio real, pero cuando la cantidad de libros adquiridos sobrepasó su capacidad se decidió abrir una dependencia adicional en el Serapeion (templo dedicado a Serapis).

 

            Los manuscritos se conservaban en salas o habitaciones en nichos de madera o de mimbre, los mejores manuscritos se untaban con aceite de lino. Los manuscritos eran reconocibles por el “sillybos” (al que los romanos llamaron “index”), una especie de etiqueta en la que se escribía el título (que eran las primeras palabras de la obra). El receptáculo de madera donde se conservaban los rollos era llamado por los griegos “bibliotheke”, palabra que pronto adquirió el significado de colección de libros.

           

            Existen varias leyendas que cuentan cómo se destruyó la Biblioteca de Alejandría, pero no hay hechos históricos que lo atestigüen.

 

            La comunidad internacional, por medio de la UNESCO, ha financiado el Proyecto de Reconstrucción de la Antigua Biblioteca de Alejandría. Este proyecto nació en 1974 y el sueño se hizo realidad recientemente con la inauguración de la Biblioteca Alexandrina. Cuenta con un espléndido edificio y la Sala de lectura más grande del mundo. Además, alberga importantes tesoros, muchos ya digitalizados, en una clara vocación de facilitar el acceso a sus colecciones.

 

La Biblioteca de Pérgamo

 

            La Biblioteca de Pérgamo fue fundada, en esta ciudad de la costa de Asia Menor, por Átalo I, aunque no se desarrolló totalmente hasta el reinado de su hijo en el siglo II Antes de Cristo. Esta Biblioteca estaba organizada alrededor de un templo en honor a Atenea. La Biblioteca de Pérgamo tuvo, según Plutarco unos 200.000 volúmenes, y llegó a rivalizar con la Biblioteca de Alejandría. La tradición atribuye a esta biblioteca el empleo del pergamino como material de escritura.