El Archivo de la Villa de Madrid, tiene su
origen en el siglo XVII. Su primer documento, es un privilegio de Alfonso VII,
confirmando a Madrid su territorio, fechado en Toledo en 1152.
Las
referencias al uso del archivo se hacen más intensas según avanza el reinado de
los Reyes Católicos. Su denominación de Archivo
de la Villa, de puede leer por
primera vez en 1525, cuando el rey Carlos I concede una petición a los
representantes del Concejo Madrileño.
El lento
crecimiento de los documentos se ve alterado con la llegada de la Corte a
Madrid. Los documentos crecen, y el archivo comienza a ser un verdadero
problema.
El 6 de
junio de 1565, se plantea tener un archivo nuevo con un espacio propio. El arca
estaba demasiado suya, y los documentos apolillados. Había que recoger los
papeles, limpiarlos, inventariarlos y guardarlos en un lugar seguro.
En el
Archivo municipal no quedan rastros de ese primer intento serio de organizar
una oficina central, la existencia del Libro
de conocimientos y los recibos de salida que en él se registran, permiten
sospechar que había movimiento en los papeles.
Después de
la Guerra de Sucesión, se reiniciaron los trabajos conducentes a la
organización del archivo. El 3 de junio de 1726, se vuelve al tema siempre
inconcluso del arreglo del archivo.
El 19 de
julio de 1748 se nombra a Alphonso de Castro Villasante responsable de la copia
de documentos. Se le puede considerar el primer archivero profesional.
El 12 de
diciembre de 1769 se nombra archivero a Saenz Mansó, con unos emolumentos
anuales de 500 ducados.
A la muerte
de Diego Saenz Mansó, en 1782, se elige al primer archivero después de un
examen público. El archivero elegido fue Manuel Ramírez de Arellano.
La
organización definitiva del archivo, se produce en 1836 por medio de Facundo
Porras Huidogro. Necesitaba consolidar una plantilla ajustada a las necesidades
del archivo.
Puso las
bases de la organización del Archivo General, pero no logró completar su obra.
Dejó un proyecto definitivo y personal para llevarlo a cabo.
Los inicios
de la investigación en el Archivo son tempranos, pues todos los grandes
historiadores de Madrid habían utilizado sus documentos.
El objetivo
del archivo seguía siendo al finalizar el siglo el de conservar, bajo la autoridad
de una sola institución los documentos que iban naciendo de la actividad
municipal.
Después de
150 años el Archivo reunía todos sus fondos en un solo lugar. Unos fondos que
se habían visto acrecentados por los fondos de los pueblos anexionados a Madrid
y la adquisición del Archivo de los Lujanes en 1948.
A lo largo
de la historia, se ha mantenido fiel a un objetivo prioritario: conservar,
organizar y difundir los documentos generados y recibidos por la Administración
municipal.
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