Probablemente,
el primer libro de la historia fue el creado por los sumerios y utilizado después durante 3000 años como vehículo de la
civilización mesopotámica y de otras civilizaciones contemporáneas. Los
sumerios utilizaron la escritura cuneiforme y las tabletas de arcilla, pero
también fueron utilizadas por los arcadios, babilonios, asirios e hititas.
En Mesopotamia abundaba la arcilla, lo que además de facilitar el
desarrollo agrícola, proporcionó un material de escritura barato, cuya duración
era superior a la de otros materiales y sobre el que, además, se podía escribir
con cierta rapidez. Por tanto, el libro
mesopotámico empleaba como materia de escritura corriente la arcilla, cortada en pequeñas planchas.
Además de la arcilla utilizaron también piedra o materiales preciosos para
grabar los documentos valiosos. Probablemente, aunque no se conserven restos,
también se usaron pieles o papiro. La mayoría de las tabletas de arcilla
disponibles corresponden a documentos económicos, administrativos y legales.
Las inscripciones más solemnes se grababan sobre mármol o diorita, suponen
un porcentaje muy pequeño comparado con la documentación encontrada en tabletas
de arcilla. Estas inscripciones solemnes se emplearon en los monumentos
históricos para conmemoraciones, recordar expediciones, y también para dar fe
de las normas jurídicas unificadas, como el Código
de Hammurabi.
La escritura, lectura e
interpretación de los textos estaban reservadas a los escribas, que gozaban de gran consideración social. Eran los
depositarios del saber literario, religioso y científico. A ellos les
corresponde el mérito de la extensión de la cultura mesopotámica y el que las
tabletas de arcilla y la escritura cuneiforme fueran adoptadas como forma de
libro por varios pueblos.
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