16 enero 2024

Las bibliotecas en el siglo XVII

 

La decadencia generaliza del Siglo XVII también afectó a las bibliotecas. Las guerras de religión provocaron la destrucción de libros y bibliotecas, la dispersión de muchas bibliotecas, así como los cambios de dueño. Por ejemplo, la biblioteca Palatina de Heidelberg fue enviada a Roma por Maximiliano de Baviera como trofeo de guerra.

 

Pero también aparecen hechos muy positivos, como que en este periodo surge el embrión de lo que más tarde serán las bibliotecas públicas. Fueron bibliotecas creadas no por monarcas o instituciones públicas, sino por hombres generosos que veían positivo emplear su riqueza en poner al servicio de los hombres el conocimiento acumulado en los libros. Sin llegar a ser auténticas bibliotecas públicas, se abren a todo tipo de lectores, sobre todo estudiosos y eruditos, sin establecer distinción entre los usuarios en cuanto a los requisitos previos para la consulta de los fondos. La diferencia entre estas bibliotecas y otras colecciones aperturistas de siglos anteriores, como la Biblioteca Laurenciana o la Colombina, es que por primera vez se establecen horarios de acceso público, legalizándose el derecho de acceso a la lectura, sin tener que pedir previamente una solicitud. Son bibliotecas como la Biblioteca Angélica, Biblioteca Ambrosiana o la Biblioteca Mazarina, que luego veremos en más profundidad.

 

Otro aspecto fundamental fue que en el Siglo XVII nace la figura del bibliotecario profesional, como Gabriel Naudé, lo cual favoreció la conversión de las bibliotecas en instrumentos de trabajo al servicio de la cultura superior. Son los bibliotecarios los que insistirán en la necesidad de contar con presupuestos permanentes y no ocasionales para la compra de libros para tener colecciones donde estén representados el mayor número de autores y obras. Dan preferencia al contenido de los libros que a su apariencia exterior. Son los primeros interesados en que la colección, reunida tras grandes esfuerzos intelectuales, pueda ser utilizada por muchas personas. Se asientan las técnicas bibliotecarias que empezaron a desarrollarse en el siglo anterior por el aumento en el tamaño de las colecciones. El bibliotecario no asume sólo la responsabilidad de comprar los libros, sino que también asesorará al lector.

 

Se tienen en cuenta los siguientes aspectos:

-       En cuanto a las instalaciones de la biblioteca, se generaliza en Europa el sistema de distribución del espacio que en el siglo XVI desarrolló la biblioteca de El Escorial: estanterías directamente adosadas a los muros, que recubren toda la pared de vértice a vértice. El centro de los espacios de la sala se ocupa con instrumentos al servicio de la nueva ciencia como globos, relojes, etc. Otra innovación es que los libros dejan de estar encadenados a los pupitres para estar protegidos con telas metálicas.

-       Hay nuevas necesidades de control y ordenación porque las colecciones son realmente grandes y es imposible de conocerlas de memoria. Así aparecen tratados y catálogos. Las técnicas de descripción bibliográfica comienzan a usarse tanto para la elaboración de catálogos, como para elaborar bibliografía con aspiraciones universales, como las obras del padre de la bibliografía española Nicolás Antonio.

-       La ordenación de fondos por materias empieza a usarse en este siglo porque comienza a valorarse el libro más por su contenido que por su aspecto.

-       La aparición de las primeras publicaciones seriadas como la Gazzette francesa o la Gaceta de Madrid, así como las primeras revistas científicas y literarias, como Journal des Sçavants, hace que se empiece a valorar la actualidad de los datos de los documentos, y que este tipo de fondos se incorpore a las colecciones generales, a menudo como una pequeña sección especial.

A parte de estas bibliotecas con nuevas características, siguen desarrollándose las bibliotecas de los reyes y miembros de la alta nobleza. Siguen ubicándose en partes de sus palacios e incrementan sus colecciones porque son símbolo de prestigio. Se trata de bibliotecas de estilo barroco donde se pone gran cuidado en la apariencia exterior. Exhiben preciosos ejemplares con ricas encuadernaciones y estampaciones doradas. Sus propietarios no usan los libros, simplemente responden a necesidades sociales y políticas y por ello se transmiten a los herederos como bienes patrimoniales. También se desarrollan bibliotecas de burgueses que reúnen libros necesarios para el desarrollo de su profesión.

 

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