13 abril 2023

La importancia de coger en brazos cuando se es pequeño

Cuando se tiene un bebé, muchas madres o incluso los padres, se ven bombardeados por consejos de su entorno en el que escuchan frases como "No lo cojas en brazos, que se acostumbra", "Tiene que aprender a dormir solo" o "Déjalo llorar", sin saber el perjuicio que se hacen a ellas y a la criatura.

 

Según diversos estudios de especialistas, coger a los hijos en brazos trae positivos beneficios a los padres y al niño y se convierte en un hecho agradable para ambas partes.

 

Según el pediatra Carlos González el primer contacto con el bebé es esencial para luego no considerarlo una carga y no sufrir agobios y si después del parto tiene a su hijo junto a ella al menos dos horas, se siente segura y quiere estar con él las 24 horas.




 

Pero las normas absurdas de las que hemos hablado al principio cortan esa saludable relación entre madre e hijo y como dice Carlos González es lo agradable lo que prohíben, "No lo cojas en brazos que lo malcrías", "no lo metas en tu cama, que luego no lo podrás sacar".

 

Al niño hay que cogerle en brazos, acariciarle, cantarle, sentir el calor de su piel, deleitarnos con su olor, dormir al sonido de su tranquila respiración y notar como su cuerpo se amolda al nuestro para así establecer empatía.

 

Otra absurda norma que hay que escuchar de la sociedad es que con la costumbre de coger al niño en brazos y meterlo en la cama, se le está creando dependencia y como dice Carlos González ¿Es qué es el único niño de año y medio o dos que todavía vive con sus padres?

 

Estas absurdas normas que nos imponen convierten la crianza de la criatura en un sacrificio y en una abnegación, cuando debería de ser algo placentero y feliz.

 

Afortunadamente he tenido una madre que no se dejó llevar por estas absurdas imposiciones que la trataron de imponer como me confesó en su día y mantuvo este contacto físico conmigo todo el tiempo que creyó oportuno. Me llevaba en brazos a todas partes hasta casi los tres años, jugaba conmigo todo el tiempo que hacía falta, si lloraba enseguida estaba conmigo para calmarme, me hacía todas las cucamonas del mundo, me comía a besos con mucha frecuencia y ni he sido malcriado, ni dependiente.


 


Es más, como dice Carlos González, todo esto creó una empatía y una unión entre nosotros que incluso hoy en día se mantiene espiritualmente.

 

Y he podido comprobar, por mis vivencias y mis observaciones, que las personas que no disfrutan de este contacto físico con su madre, son las que luego cuando son mayores son más agresivas e irascibles.

 

El ser criado con continuo contacto físico con mi madre, me ha aportado experiencias muy positivas en la vida y ha sido fundamental para mi posterior comportamiento como adulto.




 

Al convertirme en padre, todos estos aspectos positivos como cogerla en brazos, meterla en la cama, no dejarla llorar o jugar y hacerla cucamonas, lo he practicado con mi hija y con 15 años ni es malcriada ni está mal acostumbrada, al igual que yo tampoco lo estoy con 57 años.

 

  


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